Wednesday, November 21, 2007

Palabras para el Subconsciente

La nuestra es la generación más afortunada de todas las que ha habido y habrá. Vivimos el breve intervalo histórico entre la violencia ecológica y la catástrofe ecológica.

No tengo que recordarles cuáles son las dos fuerzas que convergen en nuestras vidas. Nos enfrentamos a una escasez inminente de una fuente de energía difícil de reemplazar: los combustibles fósiles líquidos. Y nos enfrentamos con las consecuencias medioambientales del consumo de combustibles fósiles que ha hecho posible que lleguemos a donde estamos.


La estructura, la complejidad, la diversidad de nuestras vidas, todo lo que conocemos, todo lo que dimos por sentado, todo lo que parecía sólido e innegociable, de pronto parece contingente. Todo esto es como una enorme pila tambaleante que se balancea sobre una pelota a punto de comenzar a rodar montaña abajo.

Escucho a la gente hablar de la reducción que les gustaría ver en las emisiones de carbono. A mí no me interesa lo que a la gente le gustaría ver. Me interesa, en este caso, lo que dice la ciencia. Y la ciencia habla claro. No necesitamos un 20% de reducción para 2020, ni un 60% para 2050, sino un 90% para 2030. Sólo de esa forma conseguiríamos mantener la concentración de carbono en la atmósfera por debajo de 430 unidades por millón, lo que significa que sólo así evitaríamos algunas de las temidas consecuencias. Si dejamos que supere ese índice no hay nada que hacer. La biosfera es la fuente primaria de carbono. Se nos escapa de las manos.

La idea de que podemos conseguirlo reemplazando los combustibles fósiles por energías renovables es una fantasía. Es verdad que tenemos fuentes de energía sin explotar en el viento, las olas, las mareas y la luz del sol, pero ni están lo suficientemente concentradas ni son lo suficientemente consistentes como para que podamos utilizarlas y seguir como antes.


Una reducción como esa requiere una gran restricción en nuestro uso de energía. Se dispone de algunas tecnologías, pero seguramente no nos lleven muy lejos. Si se quiere reducir las emisiones de carbono en un 10%, el uso de la energía deberá restringirse en un 50%. El único método para conseguirlo es un racionamiento nacional acompañado de una disminución y convergencia mundiales.

Nosotros nos encontramos en una posición extraordinaria. Se trata del primer movimiento político de masas para pedir menos, no más. Somos los primeros en tomar las calles pidiendo austeridad. Los primeros en pedir que nuestro lujo, nuestra comodidad, se reduzcan.

Estos son los mayores retos políticos que ningún movimiento ha afrontado. Pero estamos alcanzándolos. Los estamos alcanzando. Pero no dejéis que nadie os diga que será fácil. Si sólo se tratara de poner verde a George Bush, ya lo habríamos conseguido. Pero no sólo tenemos que luchar contra él, ni contra nuestro propio Gobierno, ni entre nosotros; también tenemos que luchar contra nosotros mismos. La lucha contra el cambio climático es la lucha contra mucho de lo que hemos llegado a ser. Es una lucha contra algunos de nuestros impulsos más básicos.

No podemos pedir a los demás que dejen de volar si nosotros seguimos volando. No podemos pedir al Gobierno que nos fuerce a cambiar si no estamos preparados para el cambio . La batalla más importante de nuestras vidas se librará no sólo ahí afuera, sino también en nuestro interior.

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